Ella se encontraba disfrutando de su cerveza en la terraza
del bar, enfundada en un jean que se asemejaba a una segunda piel, color negro, un jersey azul marino y sus
gafas oscuras que ocultaban unos ojos verdes que aunque delataban tristeza eran
tremendamente hermosos-
Unos labios carnosos, sensuales, que sugerían, invitaban al
beso cuando sonreían de esa forma tan peculiar que acostumbraba cuando se
encontraba frente a ese hombre que le gustaba, hacía años que había dejado el
tabaco, por lo cual acostumbraba a observar con atención a los viandantes que
en aquella tarde de sol paseaban despreocupadamente por los alrededores de la
zona peatonal.
Disfrutaba de unos días de vacaciones, en soledad, su hija
había decidido pasar unos días con su padre y ella había decidido hacerlo en
aquella comarca, en julio aún se podía respirar la tranquilidad y la paz necesaria
para ese merecido descanso.
Fue entonces cuando lo vio, sentado bajo aquel enorme plátano,
disfrutando de la sombra, parecía no
estar observando nada pero era imposible saberlo con certeza, las también
oscuras gafas de sol impedían ver si su mirada estaba dirigida a ella o hacia
otra parte. Ella se dedico a observar ese hombre.
Tendrá unos 40 largos, quizás 50 pensó por su apariencia, nada especial,
normalito……..pero con ese toque que llamaba la atención, el hombre parecía en
esos momentos poner toda la atención a su móvil
por lo cual se puso de pie, dándole
la espalda a ella, momento que al mirar esa espalda ancha, su mirada se detuvo
en el trasero de aquel desconocido, sin poder contener la sensación de lujuria
que extrañamente la invadió, ese cosquilleo……….se rió para sus adentros.
Él también calzaba unos tejanos que le calzaban
perfectamente, incluso dando la sensación de marcar demasiado sugerente el
culete, pensó ella, me está haciendo falta algo de acción, al fin y al cabo
llevo semanas sin hacer el amor y a nadie le cae mal un dulce, el sol caía
lentamente sobre la pequeña capital de comarca.
Como solía pasar en esa época del año por las tardes solía
caer un buen aguacero por las tardes, en realidad ya caía la noche y ella
maldijo para sus adentros haber olvidado traer su paraguas, corrió en dirección
al súper y justo en ese momento aquel hombre que había visto el día anterior
sale de improviso de un comercio.
Se toparon de forma violenta y ella hubiera caído al suelo
sin remedio de no ser que los rápidos reflejos del hombre lo evitaron.
Sintió como sus varoniles y fuertes brazos la sujetaron e
impidieron que cayera e incluso se hiciera daño, sus gafas sí cayeron al suelo y por unos
cuantos segundos ambos quedaron mirándose con gesto sorprendido.
El hombre aflojó poco a poco la presión sobre los brazos de
ella, sin dejar de mirarla a los ojos e incluso dejó escapar un comentario que
logró sonrojarla: vaya………..que hermosos ojos que había detrás de esas gafas.
Era evidente que la había estado observando el día anterior.
-
le pido disculpas por mi brusquedad, salí sin mirar
y toda prisa, menos mal que no se ha
hecho daño ¿como puedo compensar este mal momento?
El perfume que llevaba aquel hombre le pareció a ella tremendamente
sensual, brazos fuertes, con vello abundante, se detuvo apenas unos segundos a
observar su rostro, no estaba nada mal, no, pensó para sus adentros.
Pero se recompuso rápidamente, vamos, ante todo ella es una
señora separada que se precia de ser una mujer en toda la extensión de la
palabra.
-
gracias, le dijo
ofreciendo la mejor de sus sonrisas al tiempo que estiró su mano en busca de
las gafas que el hombre le había recogido del suelo.
-
Insisto en reparar mi error dijo él sonriendo.
No es nada, no ha sucedido nada, pero mire, le acepto una
cerveza, a fin de cuentas iba al súper en busca de dos tonterías. Al segundo mismo de haber pronunciado las
palabras se autorecriminó esa osadía por su parte, ella misma se desconocia, se
escandalizaba por su actitud. Pero ya habia hablado, ahora rezaba para que él
rechazara tamaña propuesta.
Lejos de eso, él sonrió aprobando con la cabeza y un claro
ademán invitandola a cruzar al bar que tenían frente a ellos.
Sin siquiera conocerse se enfrascaron en una animada charla
que duró más de dos horas y fue entonces cuando el hombre exclamó de improviso:
siento ser tan desconsiderado, hemos hablado un buen rato y no te dije mi
nombre, Sandro ¿ y tu eres….? María dijo
ella con una sonrisa que se le antojó ridícula, de colegiala, por una extraña
razon estaba nerviosa, ansiosa, incluso deseaba que Sandro la besara alli
mismo, que la pusiera alli, sobre la mesa y alli mismo hicieran el amor.
-
Pues no podemos dejar esto así María dijo él, ¿ que tal
si cenamos aquí cerca? Hay un
restaurante en el cual podemos cenar más que bien.
Ella ni lo dudó, nuevamente y sin siquiera pensarlo había aceptado
la invitación, había dejado el coche por fortuna, bien aparcado en el parking
municipal gratuito a pocos metros de alli por lo que no debía preocuparse de
una multa o peor aún que la grúa llevase su coche.
La cena transcurrió del mismo modo que el resto del tiempo
que pasaron juntos, parecian viejos conocidos, riendo, de bromas y pasandola de
maravilla, Sandro le pareció un hombre por demas interesante, llegando a olvidar el motivo que la había
llevado esa tarde a la villa.
El restaurante resultó ser no solo acogedor sino que el
bacalao fue el mejor que probó en su vida, anotó mentalmente el nombre del
mismo, O Meigallo, atendido por su dueño, un delgadisimo pero amabilisimo gallego el cual parecia conocer bien a Sandro
pues se anticipaba incluso a su demanda, ofreciendo “aquel vino “o la hora del
postre que Sandro solo pidió que los
sorprendiera, por tanto disfrutaron de
una opípara cena.
El vino logró desinhibir a María, se sentía más que a gusto con aquel hombre
atento y ocurrente, era casi medianoche cuando salieron rumbo al aparcamiento.
Y en el preciso momento que se disponían a entrar al
ascensor a ella le invadió un incontrolable deseo de hacer realidad una
fantasía que atesoraba desde hacía ya varios años, en medio de ese deseo sintió
cerrar detrás de sus espaldas la puerta y entonces no lo dudó, de dejó llevar
por el morboso deseo de hacer allí mismo el amor con Sandro.
Sus dedos pulsaron el stop del ascensor y su otra mano se
posó en el rostro del sorprendido hombre, que tardó unos segundos en percatarse
de la situación-
Y esos labios se fundieron en uno solo, ávidos, ansiosos,
lujuriosos, hambrientos de pasión, un concierto de 4 manos en busca de
piel, en esa imperiosa necesidad de
fundir sus cuerpos mas que sus labios.
En poco segundos ella pudo sentir en sus manos la urgencia
de aquel hombre, en una más que evidente erección y sintió que su entrepierna recibía
unos hábiles dedos que la despojaban de cintura hacia debajo de su ropa.
Una de sus piernas se enredó en la cintura del hombre, ella
sintió como con una mano él la ponía a la justa altura para entrar finalmente
en ella.
Y así lo hizo, muy suavemente al comienzo, a pesar que la
humedad de ella lo recibió ansiosa, poco a poco él la fue llenando, se giro
lentamente apoyando a María encima de la baranda, contra la pared del ascensor,
comenzando un lento pero rítmico movimiento que ella acompaño encantada
Sus senos quedaron a la vista y alcance de la boca de
aquel hombre que comenzó a besar,
acariciar, chupar….. Aquellos pezones se endurecieron, su piel deseaba más y
mas…..el hombre pareció adivinar eso y su boca comenzó a besar su cuello, sus
hombros alternando con suaves mordiscos.
Ambos aumentaron el ritmo, casi de forma desesperada, el
ritmo aumento al tiempo que los gemidos de ambos se sucedían………. El ascensor
producía un extraño ruido debido a los movimientos de ambos…. Y llegó ese
instante especial……al unísono ambos explotaron……..quedaron durante
interminables minutos jadeando, pegados uno al otro-
María sintió el sol en su cara, despertó pensando en aquel
extraño sueño… hacer el amor en un ascensor….. Que delirio, que morbo….
Se dirigió desnuda a la ducha…. Justo en ese instante Sandro
entraba con el desayuno.
No pudo más que sonreír, no solo no había sido un sueño sino
que su fantasía se habia cumplido, Sandro la besó tiernamente y……………el desayuno
acabó frío… pero eso ya es otra parte de las aventuras de María.