martes, 11 de noviembre de 2014

La leyenda de la princesa rumana llamada Dorina.

La leyenda de la princesa rumana llamada Dorina.

Todo parecido con la realidad es pura coincidencia.

Existió una vez en Transilvania una princesa llamada Dorina, una princesa muy laboriosa, celosa de su intimidad y que secretamente siempre soñó como es lógico, vivir en la opulencia, pero su principado era humilde y aunque se casó enamorada ( eso pensó ella pero al cabo de pocos meses se percató del error) al cabo de un tiempo pudo comprobar que su príncipe tampoco podría darle la vida que desde siempre había deseado tener, su príncipe era apuesto y la amaba intensamente o al menos siempre fue lo que Dorina intentó que el resto de su principado creyera que así era, aquella mirada de alegría infinita del día de su boda poco duró-

La princesa estaba en un reino vecino donde pasaba parte de su tiempo trabajando en una pequeña pero próspera industria, ya lo dijimos, su principado era muy humilde pero ella estaba dispuesta a cambiar aquello, a pesar de las condiciones del reinado principal su norte era algún día disponer de las condiciones soñadas.

Así que pudo lograr que el príncipe propietario de esa industria pusiera sus ojos en ella y aunque fuese mayor eso no sería el problema, su norte era llegar a disfrutar de la vida tal y cual lo había soñado, así que finalmente y harta de limitaciones abandonó a su príncipe consorte y comenzó un romance con este príncipe que al menos poseía fortuna y le otorgaría parte de esa estabilidad que ella tanto soñaba, así pasaron entonces algunos años, en parte era feliz, pero no lograba olvidar a su primer amor, tanto así que un día se reencontró con él y se dejó llevar por la pasión que había creído olvidada, pero el actual príncipe se entera de su traición y decide poner punto final al romance por más que las lágrimas de esa princesa aparentaban sinceridad, mientras tanto su primer amor, su primer príncipe azul marchó de nuevo a tierras lejanas.

Fue entonces cuando ella se percató que se había convertido nuevamente en una princesa aún más pobre que antes por lo que decidió regresar con su primer amor por más que este se encontrara ahora en un país muy lejano y con una lengua y cultura diferente. Finalmente pudo contactar con el príncipe primero, quien aun enamorado sinceramente de ella aceptó ilusionado su retorno. Por años sin ser feliz junto al príncipe se mantuvo a su lado e incluso celebraron la llegada de un hijo, algo que parecía poner calma y estabilidad en su vida conyugal, pero la princesa aún ansiaba vivir dentro de la opulencia, de la estabilidad que otorga el dinero, siempre había sido muy laboriosa y poco le importaba trabajar, en parte en el nuevo reino escogido para vivir habían logrado tener mucho más comodidades que en su antiguo principado de Transilvania.

Pero ella seguía en la búsqueda de algo mejor, su príncipe sabia de su desamor pero allí seguía intentado que con el paso del tiempo lo amara, aunque la princesa solía humillarlo a su manera y por supuesto que él a la suya, un buen día ella conoció un humilde vasallo procedente de un muy lejano reino, del otro lado del mar, un vasallo que a pesar de no contar con sangre real ni riquezas y sin siquiera pretenderlo le trajo algo que rompió su monotonía y la empujó también sin pretenderlo ni pedirlo a que finalmente la princesa rompiera de forma definitiva con su primer amor.

Pero ella no soportaba la idea que en el reino actual la contemplaran siendo amada por un simple vasallo, algo diestro con las letras pero bastante mayor que ella y sin riquezas, axial fue como se dio cuenta de su nuevo error, ella ni amaba a ese vasallo ni siquiera le gustaba, pero era una buena forma de preparar su paso definitivo hacia la vida que siempre había soñado, frente al pueblo era la princesa abnegada, trabajadora y seria al que el pueblo si bien no admiraba, al menos la respetaba, pero eso era sólo el escaparate al cual ella le interesaba mantener. Infinidad de veces mintió al humilde vasallo que le amaba, entregándose a el en un mar de pasión, pero en realidad ella iba preparando el salto hacia otro reino, el vasallo confiaba ciegamente en la princesa y estaba realmente enamorado de ella al punto de haber dado su vida por ella, hasta su último aliento, hasta su última gota de sangre.

Y por un tiempo incluso el pobre infeliz hasta soñó con compartir la vida a su lado, desposarla e incluso cumplir un viejo anhelo de la princesa, tener una hija, el vasallo adoraba al hijo de la princesa Dorina, pero ella tenía otros planes, se sabía joven, bonita y deseada, solo era cuestión de que finalmente apareciera ese señor con riquezas y estabilidad que le diera la vida soñada.

Mientras tanto mantenía ese romance con el vasallo pero en fin de año ya conoció a ese señor que tanto deseaba encontrar, también en medio de ello otro vasallo de Transilvania le declaró su amor en más de un encuentro furtivo pero ella no quería amor, no deseaba ser amada, su norte era más ambicioso.

Fue así como finalmente y luego de comprobar que las riquezas de su nuevo señor eran reales comenzó a fraguar el adiós a su vasallo enamorado, al cabo de un tiempo se alejó de él y entonces labró poco a poco su llegada a los dominios de su nuevo señor, aunque en más de una oportunidad bajaba la cabeza y evitaba ver a los ojos al viejo vasallo, quizás por remordimientos ante la cobardía de no decirle la verdad desde el comienzo, el vasallo aunque dolido habría aceptado su derrota, pero ella prefirió callar su nueva y deseada situación.

Pasó el tiempo y finalmente marchó a convivir con su nuevo señor a sus actuales dominios pero ya soñando con cambiar el actual palacio por un a la medida de sus pretensiones, pero primero debía cambiar su actual carruaje que tantos recuerdos le traía de su primer amor, podía contar y aceptar dos amores en su vida pero nadie jamás debe saber que por unos meses un vasallo le entregó su vida, su amor y sus sueños, eso es algo que nadie jamás podrá saber, la princesa Dorina lo mantuvo casi en secreto y así tiene que seguir por siempre.

Pero todo tiene su precio, su nuevo señor es conocido en la comarca y sus alrededores por su forma de ganar su riqueza, tanto que la princesa no contó con un detalle: caer en los dominios de su señor , Su señor que comercia con blancas especies supuestamente en secreto pero es un secreto a voces y la incauta Dorina acabó probando las blancas especies que la transportan a mundos fantásticos, que la llevan a viajes inimaginables, es tanta la belleza de las blancas especies que Dorina en apenas días ha perdido el brillo de sus ojos, perdido toda su belleza y al estar alegre además por los buenos licores ha perdido la amistad de varios del antiguo reino.

Mientras tanto el vasallo se dedicó de lleno a su viejo oficio que ya tenía olvidado, negoció con antiguos mercaderes y puso su pluma a disposición de ellos, ha pasado el tiempo y un día lo encontré sentado al sol, contemplando lo maravilloso de la naturaleza, al preguntarle por la princesa Dorina me miró largamente y me contestó sin sombra de tristeza pero lleno de melancolía que Dorina, la princesa que fue el amor de su vida había fallecido una tarde de abril, comentó bajito que aquel falso amor le habían hecho muy feliz pero que con el paso del tiempo pudo darse cuenta que la princesa nunca fue lo que dijo ser, que sus palabras fueron humo, que llegó a usar su hijo como excusa en infinidad de ocasiones y que jamás pensó que pudiera ser capaz de fingir y sobre todo de mentir.

Confíe en ella como jamás había confiado en nadie en toda mi vida, la ame mas que a mi mismo, pero sus palabras de amor fueron nada, sus besos fueron mentira y ella misma entera fue una gran mentira. Pero se murió y hoy puedo decir que no fue su culpa sino la MIA por no haber sido capaz de darme cuenta de su falsedad, de su inmensa hipocresía, de su tremenda capacidad para mentir.

La contemple por ultima vez aquella tarde de abril, fue, es y será la única mujer a la que ame, amo y amare, pero falleció.

Le mire y le dije que no, que estaba viva y aunque era menos que un fantasma de lo que fue, extremadamente delgada, ojerosa, mal arreglada, demacrada, que dos por tres me solían comentar de borracheras y otras mentas estaba viva.

Me dijo que no, pero que de todas formas no se arrepentía para nada de lo vivido a su lado, que fue feliz y que la había perdonado. ¿Por qué entonces leyenda? Le pregunte al viejo vasallo, me miró y me sonrió: me dijo que fue Dorina una leyenda por que jamás había existido, que la actual, la que vive en el cuerpo que fue de ella esa no es la Dorina de la leyenda, es sólo una habitante que sí es la verdadera.

Y lo dejé sumido en sus pensamientos, sentado encima de una gran piedra al costado de la carretera, en un sitio donde lo suelo encontrar con frecuencia, allí muchas veces acostumbra a ir acompañado de su pluma, algunas veces ni se percata de mi presencia, ni del viento que caprichoso le vuela sus cabellos, pero en su mirada ya no habita la profunda tristeza de los meses que sucedieron aquel abril, tanto así que a veces me pregunto si la leyenda de la princesa Dorina tendrá algo de realidad pero al recordar los poemas escritos por el viejo vasallo en memoria de la princesa Dorina no me caben dudas que al menos para él sí que existió y que será por siempre el amor de su vida.