sábado, 12 de diciembre de 2009

Una mujer ha muerto

Dicen por ahí que dedicó a su matador la última lágrima que podía y finalmente, se abrazó a la misma almohada a la que siempre le había contado sus sueños de felicidad y se desangró hasta morir. La puñalada fue mortal, con saña, sin piedad. Sabía que no valía la pena implorar, después de todo, no era más que un cruel juego de amor.
Emprendió su viaje tan solita como siempre debió haber estado, llevaba por maletas los ecos de promesas no cumplidas, de tontas ilusiones que nunca debió permitirse tener…..o creer…. y el último suspiro de amor.

El se fue con las manos ensangrentadas, sin culpas, sin remordimientos. Tan insensible al dolor de aquella a quien llamaba “su mujer”. Le espera una buena vida, al fin de cuentas nadie jamás se enteró de su plan maestro y pronto alguien más caerá en su poder, otra más sufrirá al final y otra vez él sonreirá.

Yo conocí a esa mujer, la vi brillar por ese amor, la vi esperar, la vi sufrir y hasta envidié esa forma incondicional de amar. Nunca la entendí, pero envidié su felicidad al compartir aunque más no fuera un segundo con él.
No siento pena por ella, sé que dio hasta la vida por ese amor.
No le guardo rencor a él, tal vez porque prefiero quedarme con lo hermoso que ella lo veía, lo grande, lo humano, lo amigo. Igual ella hubiese muerto si él se hubiese marchado dejándola atrás. Seguramente al quitarle la vida le hizo un favor.
¿Castigo? No, tampoco deseo que lo castiguen, ¿para que? Si su espejo le recordará quien es y lo que hizo. Cada vez que aquella mujer invada su memoria, el mismo puñal que la mató lo hará sangrar a él. Cuando recuerde su carita sonriente, su voz, su forma de hablar, su ingenuidad de tonta enamorada. Cuando una nueva mujer toque su mano o lo abrace, el sabrá que construyó esta nueva historia sobre una base de lágrimas que alguien más lloró. El castigo vendrá al recordar, porque la memoria tiene esas cosas, le da por venir de vez en cuando a atormentar.

Una mujer murió en el silencio de la soledad.
La sobreviven su costado de madre y de amiga que lloran sin cesar a la mujer que ya no está.

A lo lejos resonaba una canción que alguna vez él le dedicó....

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