miércoles, 18 de julio de 2012

Justo al ocaso, segunda parte.

Aquí les dejo la segunda parte del relato.

espero que les guste.
JUSTO AL OCASO SEGUNDA PARTE.


“Hoy al despedirme de Jordi he pensado que cuando tuve oportunidad de viajar no lo hice y me escudé en la excusa de cuidar de vosotros, de la salud de vuestra abuela, de no dejar la casa sola, bobadas Lluís, excusas, en realidad creo que fue eso, eso y miedo, creo que moriré sin saber si alguien en mi pueblo me recuerda como yo recuerdo cada calle, cada casa, cada nombre, cada lugar”

“Daría no sé qué por saber si al menos no solo de ellos vive, si uno solo de mis amigos fuese capaz de acordarse de mí y de reconocerme, de recordar nuestras aventuras y por qué no, nuestras penurias al llegar la guerra”

“Pero no me animo, no soy capaz en realidad de averiguarlo, me aterroriza la idea de ser el último que queda vivo de aquella época, como ves, tu abuelo no es ni tan duro ni tan entero como siempre has creído, tengo, al fin y al cabo debilidades y miedos, quién lo diría, a mis años”

“ He sido o soy egoísta por que si por unas horas solamente pudiese pisar mi tierra y abrazar a uno solo de aquellos amigos, te confieso, moriría feliz al mismo instante de que aquello se produjera, pero están ustedes que son una prolongación de mi vida y la de Montse, está esta tierra que tanto me dio, una buena parte de mi vida pertenece a esta tierra, aquí nadie me regaló nada pero es cierto que tuve aquí la oportunidad de vivir libre, de ser alguien, de recomenzar, la verdad es que si me pides qué prefiero el día de mi muerte es tener encima de mi caja las dos banderas, la de mi tierra y la de mi tierra adoptiva y que luego una mitad de mis cenizas queden aquí y otra en mi tierra natal”



Lluís escuchaba en silencio, conocía esa gran nostalgia de su abuelo, pero no la inmensa necesidad de ese hombre por estar una vez más en su tierra, era verdad que su abuelo siempre se había esforzado por transmitirle ese amor, de mantener vivas todas las tradiciones, incluso la lengua, de improviso, notó que su abuelo había hablado todo el tiempo en su lengua natal y que él no lo había siquiera notado.
Decidió en ese mismo momento seguir esa charla él también en catalán, sin darse cuenta, la conversación duró más de tres horas, sólo al ver su padre parado frente a él, Lluís tomó en cuenta el tiempo pasado, pero también en ese preciso instante, tomó una decisión, una decisión que meses después cambiaría por completo la vida de toda la familia.

Frente a la pantalla de su PC Lluís tecleó: S'AGARO, ayuntamiento de: y fue el comienzo de la puesta en marcha para cumplir el sueño de su abuelo.
Muchos días, interminables intercambios de correos, llamadas de teléfono, nombres, bailes de nombres y apellidos, de volver a empezar, días que se transformaron en meses, pero que al final arrojaron resultados formidables.


El teléfono sonó, Lluís, nervioso, casi temblando escuchó una voz algo somnolienta del otro lado de la línea: oiga señor, es usted Albert Picas, de tal dirección, ¿el que fue herrero?
La voz asintió, entonces la conversación se extendió por espacio de varios minutos, Lluís había dado con uno de los amigos de la infancia de su abuelo, primer paso que luego lo llevaría a dar con media docena de amigos más de su abuelo y que acabarían por materializar el sueño de su abuelo y ahora del propio Lluís.

La sorpresa de Lluís fue mayúscula al conocer que eran varias las personas que aún vivían y que recordaban a su abuelo, quien junto a muchos vecinos más habían luchado casi cuerpo a cuerpo con el enemigo para lograr que la gente del pueblo lograse huir a la cercana Francia, su abuelo y unos 30 hombres más cubrieron a balazo limpio la huida forzada de la gente de aquel pueblo, aguantaron varios días el asedio y luego los pocos que quedaron vivos, 24 entre adultos y jóvenes pudieron escapar amparados en una formidable tormenta de agua y viento.

Tanto su abuelo como otros de aquellos valientes eran recordados con respeto y cariño en el pueblo y 4 de ellos luego del regreso de la democracia regresaron a su pueblo, los 4 aún vivían y 2 más solían regresar cada verano al pueblo.
Incluso existía una placa con los nombres de aquellos que habían defendido y cubierto la retirada de sus vecinos, todo eso para Lluís resultaba fascinante, intentaba imaginar a su abuelo, con apenas 13 años, con un fusil en la mano, hombro con hombro al lado de hombres curtidos y hechos, defendiendo a costa de su vida la vida de las mujeres, niños y ancianos que huían de una muerte casi segura.

Quizá por escuchar de primera mano buena parte de esa historia, quizá por que su abuelo había omitido deliberadamente detalles dolorosos, quizá porque por primera vez Lluís se puso en la piel de su abuelo, decidió que su abuelo debía regresar a su tierra, que era ya para él, su nieto y su amigo, una obligación moral el lograr que regresara a su tierra y pasara allí al menos unos días.

Pero decidió que aquello no podía quedar como un simple viaje, así que con los informes en la mano esa tarde se dirigió a la oficina del jefe del vespertino en el cual trabajaba, le expuso la idea, de hacer un pequeño reportaje de la historia de su abuelo.

La idea en sí consistía en que su abuelo regresara a ese su pueblo natal, fotografiarlo con sus viejos amigos, relatar lo más fielmente su historia, y de ser posible, elaborar un pequeño documental, narrando las vivencias de aquellos que habían vivido los horrores de la guerra, sufrido el exilio, pero contado desde sus propios protagonistas que aún vivían.

Incluso le propuso hacerlo en sus vacaciones, sin usar un céntimo del periódico y luego, si la historia resultaba buena, editarla en capítulos, en realidad era tal su entusiasmo y estaba tan convencido de lograr una buena historia, que su jefe no dudó en apoyarle.

Habían pasado 4 meses de aquella larga charla con su abuelo, casi todo estaba listo, pasajes incluidos para sus abuelos, cuando Lluís decidió reunir a sus padres y sus tíos y explicarles todo aquello.


“Me llevo al abuelo de regreso a su pueblo, vamos por dos semanas, tengo todo listo y me gustaría contar con vuestro apoyo”
El silencio duró apenas unos segundos, uno de sus tíos tan solo fue capaz de decir: como el viejo no decida volver, Lluís, te juro que te mato he?, Lo dijo con temple muy serio, pero al instante sonrió, agregando, si logras convencer a papá de ir, tienes el cielo ganado, sobrino, pero dudo mucho que tanto él como mamá se atrevan a viajar.

Su padre escuchó cada comentario en silencio, sus dedos tamborileaban nerviosos sobre la mesa, su mirada fija y atenta en cada uno de los que hablaban y cuando al fin repararon en su silencio, todos callaron, como esperando que hablase, así fue, lenta, pausadamente expuso sus argumentos: “esto tendríamos que haberlo propuesto nosotros, pero en fin, el tema es que veo a los viejos en condiciones para viajar, al fin y al cabo, es el sueño de papá, propongo que se lo digamos el próximo domingo a ver cómo se lo toma, si al fin se anima, pues, sabrá que cuenta con todos nosotros”

En el casal, ese domingo todos menos Montse y Josep, sabían de la noticia, el ambiente era más festivo, tanto, que el propio Josep notó esa alegría en el aire, hasta se le antojó que las miradas de sus paisanos brillaban más, pero por fortuna no sospechó nada.

Y en medio mismo de la paella, el presidente del casal se acercó a la larga mesa que aglutinaba esa tarde de domingo a la familia de Montse y Josep, la excusa, un sorteo de un viaje a Catalunya, al parecer y por ser uno de los socios fundadores, Josep tendría el honor de anunciar al ganador

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